Hace tiempo que no actualizaba el blog. Para ser sincero había pensado en cerrarlo, pero le tengo demasiado cariño y por otro lado mi ego me impide dejar algo en lo que he invertido tanto esfuerzo, cosa que casi convierte en obligación el mantener abierto este blog.
Entonces pensé en deshechar todas las ideas que había mantenido hasta ahora y nuevamente, como lo he hecho tantas otras veces, volver a decir a quien me lea que trataré de volver a hacer lo que he hecho siempre: escribir aunque me pese, porque lo necesito y publicar porque me obliga a este esfuerzo de tener que mejorar en lo que hago.
Es cierto que a veces mucho de lo que hacemos de forma gratuita no es necesario, es como para llenar las cosas, y con eso me refiero a llenarlas con algo que proviene de lo que hacemos todos los días: lavantarnos, tomar desayuno, dedicarnos a lo que tenemos que hacer, almorzar, etc, etc. Pero eso también se convierte en una cuestión que está por verse, es decir, de tanto hacerlo se convierte en algo automático, que no llena y que, finalmente, terminamos por vaciar con una voluntad inconciente, como si nosotros mismos nos encargásemos de obligar a las cosas a transformarse en algo que ya no tiene sentido.
El punto es que al principio de cualquier acción, siempre pensamos que había un objetivo, una razón por la cual realizarla más allá de la mera cuestión del hacer, aunque fuese el simple hecho de sobrevivir (que no suele ser tan sencillo las más de las veces). Así las cosas empezaron y luego se perdieron en algún lugar. No hablo de que se perdieron en el camino, porque el contenido no se perdió ahí, sino en un lugar del que nunca nos dimos cuenta, un lugar que en realidad es tiempo. Es decir, el proceso de vaciamiento es tan lento como la rana cuando está en el agua fría y luego, sin darse cuenta ya es sopa, que es la misma razón por la cual una tetera nunca hierve mientras la miramos: las cosas se pierden en el laberinto del tiempo.
No estoy hablando del olvido, por supuesto, porque me imagino que todos quienes emprendieron una acción lo hicieron porque querían lograr algo, ya sea concreto, abstracto o espiritual, y que continuaron teniendo eso claro, pero como Bugs, dieron vuelta en la curva equivocada y siguieron sin darse cuenta, simplemente siguieron cuando habían pasado de largo o que quizás nunca llegaron porque el tiempo de esa meta había pasado. O sea, nunca perdieron de vista el objetivo, la meta, sino que eso nos dejó tirados en algún momento.
He estado releyendo una y otra vez lo que escribí, y me parece que las acciones que uno emprende no suelen ser gratuitas, aunque más de alguna se debe escapar por ahí. Sin embargo, la mayoría de ellas suele sufrir de este vaciamiento progresivo.
Yo, por lo menos, no estoy seguro de la razón por la que escribo ni si tiene un objetivo. El caso es que no lo puedo evitar, me supera y a la vez me llena, aunque tampoco tengo muy claro de qué. Y se vacía y se rellena a sí misma con el solo hecho de producirse. Se queda varado en algún lugar y vuelve sin que nadie la haya llamado a rellenar lo mismo que se había vaciado...
No me gusta poner cuestiones tan personales en mi blog, o al menos, solía maquillarlas.
Y nuevamente no puse una imagen en esta entrada.
1 comentario:
Me gusta eso de escribir aunque pese..y coincido en que nada es gratuito, todo tiene un fin. Aveces es tan lejano nuestro objetivo, que olvidamos un poco lo que queríamos, claro, pero siempre se llegará a un fin.
Por otro lado considero que escribir, maquillado o no, siempre es bienvenido, puesto que no todos tienen la capacidad de expresarse de la forma más empírica que existe (que según yo es escribiendo).
Sigue vaciando tu mente, cualquiera fuese la razón, pues siempre habrá una razón.
Saludos
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