miércoles, 13 de abril de 2011

Escribir en las paredes, árboles, baños, etc.
(Clasificación de enfermedades mentales no descubiertas)

A.- Sociales
Escribir en las paredes, árboles, baños, etc.(II) 
Animita popular "Romualdito" en Chile
“El amor es eterno mientras dura”
“Aquí me la chupó Emilia”


Baño Público

Esta enfermedad está en todas las esquinas de nuestras ciudades y en muchos de los árboles y piedras de la naturaleza que ha tocado el hombre. Más bien dicho, esta enfermedad no-descubierta ha ido evolucionando desde que el hombre descubrió que podía dejar una marca propia en algunos lugares, una marca trascendente (en su sentido más terrenal, aunque suene raro).

Al principio ni siquiera debía tener muy claro lo que lograba: dejar una marca que durara más que su paso nómada por una cueva, mientras era cazador y recolector, que durara más incluso que las marcas biológicas de los animales. De hecho, esta misma marca no pretendía, al parecer, ser más que una muestra de que alguien, diferente al que la encuentra, estuvo ahí en un momento determinado antes que el observador. Esta tautología no es tan evidente cuando pensamos que quizás el otro, quien dejó ese signo –me atrevo a usar esa palabra-, nunca pensó necesariamente que alguien pudiera encontrarla alguna vez.

Con el tiempo, esa sensación de no estar seguros de la intención de esa marca desaparece al tiempo que aparece la escritura. Los vedas, los fenicios, los egipcios, los griegos, los latinos, sobre todo los latinos y sus graffitis nos dejaron claro que lo que pretendían era que sus escritos por lo menos duraran un poco más que su paso por algún lugar: las galeras, las prisiones, los baños públicos, los árboles y un largo et cetera.

“No entre aquí nadie sin saber geometría”; “Conócete a ti mismo”; “Tiberio vale callampa (Tiberius putridus quid fongus)”; “Quisquis amat. veniat. Veneri volo frangere costas / fustibus et lumbos debilitare deae./ Si potest illa mihi tenerum pertundere pectus/ quit ego non possim caput illae frangere fuste?” (Como sea el amor se va. Quiero quebrarle las costillas a Venus/ con un palo y romper el lomo* de la diosa/ Si ella puede perforar mi tierno pecho/ porque no puedo romper su cabeza con un palo?). Estos son algunos de los rayados que se han encontrado en diferentes excavaciones a lo largo de los siglos, mostrando que al hombre siempre le ha interesado la trascendencia de lo esencial.

La enfermedad no-descubierta que se relaciona con este comportamiento no tiene que ver necesariamente con la compulsión de rayar cualquier cosa –esa enfermedad sí existe-, sino más bien con una disfunción en la que influye directamente la presión social.

Imaginemos un joven en cualquier época, incluso imaginemos jóvenes felices en cualquier época, que se consideren a sí mismos felices, como en un estado constante de dar y recibir amor. Jóvenes totalmente extrovertidos. Incluso ellos tienen deseos y secretos que prefieren no contar a nadie, pero que les encantaría que el mundo supiera. Una dicotomía volitiva si se quiere, entre una parte que los impele al exhibicionismo y otra que los hace retrotraerse al anonimato, de hecho, supongo que la enfermedad sería probablemente impactaría mucho menos a la sociedad si se formaran grupos con lemas en forma de corazón que llevasen escrito dentro “___________ y __________ se aman”, generando dinámicas como las de rehabilitación de adicciones o superación del dolor o de enfermedades terminales.

Sin duda esta enfermedad no-decubierta podría causar  graves daños a diversos tipos de servicios que proporcionan los estados, considerando que puede llegar a ser tan contagiosa que los mismos rayadores pueden verse sobrepasados por la sensación (podría describirse primordialmente como angustia, pero no es un sentimiento tan concreto) de que, sea lo que sea que quieran expresar, no solo va a ser borrado para mantener el orden y la limpieza de las ciudades, sino que también corre el peligro de que, por una posible pandemia, sus escritos queden borrados en pocas semanas por los escritos de los demás, obligando al sujeto a marcar su propia permanencia una y otra vez o reprimir su deseo.

Animita de novia muerta
Quizás, la mejor solución del asunto sea crear santos populares que se comprometan tanto a cumplir las promesas que les piden, para que luego los “ayudados” dejen un rayado con su agradecimiento; como a desperdigar todos los secretos anónimos que las personas podrían dejar en un papelito doblado en su animita, para luego agradecer con una placa o un rayado el favor concedido.