domingo, 8 de febrero de 2009

Córtazar, Gaudí, Bolaño y Los Simpson:
Todo es arte®©



Acabo de leer una nota –y ya había leído algo antes- de los Papeles Inesperados de Cortázar; he visto todas las temporadas de Los Simpson como si tuviera que ir todos los domingos a rezar a la Sagrada Familia, y me he dado cuenta de un par de obviedades.

Cortázar era un gran humorista, sino es cosa de leer Historias de Cronopios y Famas, es también a mi parecer una gran artista –el capítulo 28 de Rayuela es un gran ejemplo-, sin embargo, por más que todos lo quieran convertir en Dios, Cortázar no creó al hombre a su imagen y semejanza, no hizo el mundo en 7 días y se aburrió en un domingo, ni tampoco resucitó ese día. Cortázar, eso sí, había sido creado a imagen y semejanza de su padre, de su madre y de todos sus ancestros genéticos. Así las cosas, por más que se quiera otra, también hizo porquerías en sentido literal y figurado.

Recuperan una cómoda de Cortázar donde hay manuscritos “que el autor de Rayuela quería quemar y que Bernárdez conservó con esmero”, dice el artículo de El País de España. La pregunta es por qué el autor los quiso quemar. Lo que primero se me viene a la cabeza es que, desde su proceso creativo, debe haber tenido razones para tratar de que esos papeles no salieran a la luz pública: eran malos, le daban vergüenza, no iban con su poética o simplemente no le gustaban. Entonces llega alguien que por más cercano que sea al escritor, no conoce su proceso creativo, no está en su cabeza. Así, por más criterio que tenga quién elija y edite, no podrá hacer lo que el autor, es más, tomará la decisión contraria. Se me puede criticar con Kafka: si Max Brod hubiera hecho caso al autor de “El proceso”, hoy muchos seres humanos respiraríamos partículas de la obra de este escritor, pero no sabríamos quién fue. No importa, hay grandes escritores que el mundo no ha conocido y nadie se ha puesto a pensar en ellos, y hay malos escritores que editan millones. ¿A quién le importa en uno y otro caso? El dinero es dinero, y a los muertos hay que respetarlos y dejarlos en Paz, que ninguno va a resucitar al tercer día ni nos va a dictar las profecías del Señor.

Lo mismo pasó con el pobre Bolaño, aunque de manera más extraña: en el prólogo de 2666 el editor habla de la decisión del autor de publicar la obra como cinco novelas, para asegurar el futuro de su familia, pero el editor y la mujer de Bolaño se decidieron por un gran volumen –según Herralde, para mantener la unicidad de la obra-. Aquí no hay decisión artística, en ningún caso.


Terminemos aquí con la Sagrada Familia: Los Simpson y Gaudí


Todos los que conocen a Gaudí saben que se involucraba en sus obras, y que podía cambiar un diseño en medio de la construcción, sin importar mucho las maquetas o planos –que no siempre hizo-. Así visto el asunto, parece que la continuación de la construcción de la Sagrada Familia, sería la culminación de un boceto de Gaudí y no de su obra final. Creo, en todo caso que Gaudí hubiera disfrutado con los monstruos que son las grúas alrededor de su obra ¿O no?

Finalmente, Los Simpson, para poner el ejemplo de un posible muerto en vida. Lo cierto es que la serie en el formato que posee ahora, fue creada en 1989 sobre los moldes de los cortos creados por Matt Groening para el The Tracey Ullman Show. Las cabezas que iniciaron este vendaval son, además del creador, James L. Brooks y Sam Simon. Ellos junto a un equipo de guionistas, actores y empresas de animación, iniciaron un camino, que, según muchos, alcanzó la madurez a mediados de los noventa, pero que ha declinado ostenciblemente, sobre todo luego de la décima temporada. Hoy creo que la serie, más allá de la película, se ha convertido en un zombie. Uno se pregunta entonces, por qué no lo matan con un tiro en la cabeza, y se contesta, por la misma razón que editan los manuscritos que los escritores después de muertos quieren esconder: con un afán arqueológico-crítico-vouyerista; y con un afán comercial.