A.- Sociales
Una de las características humanas que más me ha llamado la atención en mis años de práctica, es la capacidad que tiene la mente de recuperarse de muchos trastornos y del cansancio mental a través del ejercicio físico. El asunto, sin embargo, no se hizo patente hasta que me descubrí mirando a un grupo de pacientes que salía a correr todas las mañanas con una disciplina militar.
Puede que sea necesario aclarar en este punto que ninguno de ellos tenía desordenes asociados a la compulsión o a la obsesión, y quizás esa sea también la razón por la cual me quedara como hipnotizado por ellos.
Así las cosas, no era extraño que los pacientes se ejercitaran, lo que sí era extraño era que una de los pacientes que atendía a diario en el mismo centro, no solo se negara al ejercicio, sino que además lo cuestionara como método para ayudar a la mejoría para cualquier afección mental. Al menos el ejercicio como nosotros lo entendemos.
Su nombre era Ximena y nunca en su vida, según su propio discurso, había sufrido de stress o de cansancio mental. Ella, por lo demás, no era una profesional que estuviese expuesta a las presiones de la vida laboral, sino una mujer que se había dedicado su vida a ser dueña de casa, teniendo a su servicio empleadas para lo que fuese necesario. Pero no nos adentremos más en su vida privada, que no nos interesa tanto como el asunto que disparó mis investigaciones: su hamster
También es importante mencionar que ella sí creía que en realidad se ejercitaba, que todas las mañanas trataba concientemente de estar mejor por medio del ejercicio, no el que hiciera ella, sino el que hacía su hamster: Tomás.
Ella levantaba todos los días a Tomás a la misma hora que se levantaba, ponía un poco de comida en su jaula, lo veía llenarse el hocico y volver a su madriguera –un calcetín-, y mientras Tomás comía en su hogar, fuera de la vista de todos, Ximena desayunaba, luego se estiraba, se vestía y golpeaba la jaula del roedor. Tomás salía, se subía a su rueda y se ponía a correr. Ximena lo miraba abstraída, obserando las patitas del animal y contando las vueltas que daba.
“Yo había sabido desde siempre por qué corren los hamster, me dijo un día, o al menos lo supe desde el momento que ví uno. La mayoría de la gente cree que los esos ratoncitos corren porque no tienen nada mejor que hacer que correr en su rueda sin llegar a ninguna parte, que el instinto los llama a la rueda, y corren hasta que sienten que han cumplido con lo que tienen que hacer, aunque no hayan cumplido nada. Tomás suele correr una hora seguida ciertos días y otras corre cinco minutos y descansa, y luego vuelve a correr. Así sigue hasta que completa la hora. Todos los días completa la misma hora.”
“Él, me imagino, corre porque tiene que correr, porque los hamster corren en las jaulas todos los días en todas partes, pero ninguno sabe por qué corre y yo sí, por la misma razón que corre todo el mundo…”. No dijo nada más ni quise preguntar por el momento.
Días después, en una de mis rondas, por la mañana, vi que miraba correr a los pacientes alrededor de la cancha, y súbitamente me miró y dijo: “todos corren porque quieren salir”. Y así es en efecto.
En este ciclo de conferencias que querido mostrar la existencia de enfermedades y síndromes no descubiertos que se hace necesario investigar. En este caso el síndrome estaría provocado por cualquier tipo de encierro -físico o metafísico- y su síntoma más común, el hecho de correr, ni siquiera en forma compulsiva, sino simplemente correr, como si se entrenara para una maratón o si se quisiera tener mejor estado físico, sin llegar a ninguna parte.
La gente que sufre este mal suele inscribirse en todas las competencias que les parezcan atractivas (que suelen ser casi todas) y que calce con sus modus vivendi para no parecer una persona anormal. Este último punto es el más importante, ya que ayuda a la justificación del “Síndrome del la Rueda de Hamster”, provocando que el paciente solo asocie el correr al bienestar físico y la competencia a un acto social.
Hasta aquí todo debiese estar en orden. Todas las personas suelen producir espontáneamente endorfinas luego del ejercicio y esa es justificación suficiente para correr, no obstante no es razón suficiente para inscribirse en competencias. De hecho, si lo pensamos racionalmente, una persona que se inscribe en cualquier competencia, lo hace pensando que tiene alguna oportunidad de ganar, si no, no sería necesario todo el ritual que siempre se hace en esos casos –inscripción pagada, asignación de una identificación numérica, reglas de eliminación, etc.-, ni tampoco sería necesaria la existencia otro premio que no sea el mismo hecho de competir y convertirse en un primus inter pares, si no se encuentran en un nivel profesional. Incluso, de necesitar estar entre un grupo que reafirme socialmente, como institución, el hecho de ser un ganador, puede crearse una fundación o grupo, dividido en niveles, que mida constantemente el progreso de los miembros, permitiendo al ganador de un nivel ascender al siguiente en función de sus logros. Pero podemos reducir más toda esa problemática dejando que el corredor solo se vaya midiendo con personas que tengan un nivel mayor.
A pesar de lo anterior y según los resultados de mis investigaciones, creo que los corredores no aceptarían aquellos métodos que no formaran parte de una competición tradicional, como las conocemos hoy. Y voy más allá del hecho de medirse en una competencia real, ya que si tienen la disciplina suficiente –que al parecer, la tienen-, bastaría con que todos los que tuviesen la misma corrieran juntos para que fuera una experiencia “real”, válida, y no un entrenamiento o “ensayo”.
De ahí que, sabiendo que muchos de ellos no se entrenarán nunca lo suficiente para ganar una carrera, y/o que se inscriben constantemente en carreras teniendo la seguridad que les será imposible ganar, las preguntas que aparecieron en mi investigación son ¿Para qué se inscriben? y ¿Por qué corren? La respuesta pareciese ser para escapar ¿De qué? Nadie sabe, por eso no se ha descubierto esta enfermedad.
Puede que sea necesario aclarar en este punto que ninguno de ellos tenía desordenes asociados a la compulsión o a la obsesión, y quizás esa sea también la razón por la cual me quedara como hipnotizado por ellos.
Así las cosas, no era extraño que los pacientes se ejercitaran, lo que sí era extraño era que una de los pacientes que atendía a diario en el mismo centro, no solo se negara al ejercicio, sino que además lo cuestionara como método para ayudar a la mejoría para cualquier afección mental. Al menos el ejercicio como nosotros lo entendemos.
Su nombre era Ximena y nunca en su vida, según su propio discurso, había sufrido de stress o de cansancio mental. Ella, por lo demás, no era una profesional que estuviese expuesta a las presiones de la vida laboral, sino una mujer que se había dedicado su vida a ser dueña de casa, teniendo a su servicio empleadas para lo que fuese necesario. Pero no nos adentremos más en su vida privada, que no nos interesa tanto como el asunto que disparó mis investigaciones: su hamster
También es importante mencionar que ella sí creía que en realidad se ejercitaba, que todas las mañanas trataba concientemente de estar mejor por medio del ejercicio, no el que hiciera ella, sino el que hacía su hamster: Tomás.
Ella levantaba todos los días a Tomás a la misma hora que se levantaba, ponía un poco de comida en su jaula, lo veía llenarse el hocico y volver a su madriguera –un calcetín-, y mientras Tomás comía en su hogar, fuera de la vista de todos, Ximena desayunaba, luego se estiraba, se vestía y golpeaba la jaula del roedor. Tomás salía, se subía a su rueda y se ponía a correr. Ximena lo miraba abstraída, obserando las patitas del animal y contando las vueltas que daba.
“Yo había sabido desde siempre por qué corren los hamster, me dijo un día, o al menos lo supe desde el momento que ví uno. La mayoría de la gente cree que los esos ratoncitos corren porque no tienen nada mejor que hacer que correr en su rueda sin llegar a ninguna parte, que el instinto los llama a la rueda, y corren hasta que sienten que han cumplido con lo que tienen que hacer, aunque no hayan cumplido nada. Tomás suele correr una hora seguida ciertos días y otras corre cinco minutos y descansa, y luego vuelve a correr. Así sigue hasta que completa la hora. Todos los días completa la misma hora.”
“Él, me imagino, corre porque tiene que correr, porque los hamster corren en las jaulas todos los días en todas partes, pero ninguno sabe por qué corre y yo sí, por la misma razón que corre todo el mundo…”. No dijo nada más ni quise preguntar por el momento.
Días después, en una de mis rondas, por la mañana, vi que miraba correr a los pacientes alrededor de la cancha, y súbitamente me miró y dijo: “todos corren porque quieren salir”. Y así es en efecto.
En este ciclo de conferencias que querido mostrar la existencia de enfermedades y síndromes no descubiertos que se hace necesario investigar. En este caso el síndrome estaría provocado por cualquier tipo de encierro -físico o metafísico- y su síntoma más común, el hecho de correr, ni siquiera en forma compulsiva, sino simplemente correr, como si se entrenara para una maratón o si se quisiera tener mejor estado físico, sin llegar a ninguna parte.
La gente que sufre este mal suele inscribirse en todas las competencias que les parezcan atractivas (que suelen ser casi todas) y que calce con sus modus vivendi para no parecer una persona anormal. Este último punto es el más importante, ya que ayuda a la justificación del “Síndrome del la Rueda de Hamster”, provocando que el paciente solo asocie el correr al bienestar físico y la competencia a un acto social.
Hasta aquí todo debiese estar en orden. Todas las personas suelen producir espontáneamente endorfinas luego del ejercicio y esa es justificación suficiente para correr, no obstante no es razón suficiente para inscribirse en competencias. De hecho, si lo pensamos racionalmente, una persona que se inscribe en cualquier competencia, lo hace pensando que tiene alguna oportunidad de ganar, si no, no sería necesario todo el ritual que siempre se hace en esos casos –inscripción pagada, asignación de una identificación numérica, reglas de eliminación, etc.-, ni tampoco sería necesaria la existencia otro premio que no sea el mismo hecho de competir y convertirse en un primus inter pares, si no se encuentran en un nivel profesional. Incluso, de necesitar estar entre un grupo que reafirme socialmente, como institución, el hecho de ser un ganador, puede crearse una fundación o grupo, dividido en niveles, que mida constantemente el progreso de los miembros, permitiendo al ganador de un nivel ascender al siguiente en función de sus logros. Pero podemos reducir más toda esa problemática dejando que el corredor solo se vaya midiendo con personas que tengan un nivel mayor.
A pesar de lo anterior y según los resultados de mis investigaciones, creo que los corredores no aceptarían aquellos métodos que no formaran parte de una competición tradicional, como las conocemos hoy. Y voy más allá del hecho de medirse en una competencia real, ya que si tienen la disciplina suficiente –que al parecer, la tienen-, bastaría con que todos los que tuviesen la misma corrieran juntos para que fuera una experiencia “real”, válida, y no un entrenamiento o “ensayo”.
De ahí que, sabiendo que muchos de ellos no se entrenarán nunca lo suficiente para ganar una carrera, y/o que se inscriben constantemente en carreras teniendo la seguridad que les será imposible ganar, las preguntas que aparecieron en mi investigación son ¿Para qué se inscriben? y ¿Por qué corren? La respuesta pareciese ser para escapar ¿De qué? Nadie sabe, por eso no se ha descubierto esta enfermedad.
6 comentarios:
correr es una actividad física como cualquier otro deporte, trabajo físico que se haga; el motivo por que el que corremos es que descargamos toda la adrenalina acumulada en nuestro cuerpo.
No importa a donde quieras ir, lo que importa es lo que se siente al correr, la sensación de vivir plenamente la vida.
MENTE SANA EN CUERPO SANO.
césar - Perú
Mente sana??? si leíste el texto y ese es tu comentario, vuelvo a preguntar: mente sana?
Gracias por darte el tiempo de leer y de comentar.
Un saludo
Amigo, cada persona tiene su propio motivo por competir, si tuvieras razón habría que extrapolar tu apreciación a todos los deportes. Porque en todos (correr tambien es deporte) existen competidores que no necesariamente juegan a ganar sino el hecho solo de competir ya es satisfacción y mejor aun, superarse a si mismo.. no por eso se les debe catalogar con un "sindrome de algo".. Estas mal, muy mal creo que el sindrome aqui lo tienes tu...
Un Saludo
PD: Deberias correr, te hará bien ...
Estimado Amónimo,
Primero que todo, gracias por detenerse a leer, y más aún por comentar.
Por otro lado, como usted me recomienda salir a correr, yo le recomendaría empezar mover algunos engranes y entender el sentido profundo de lo que está leyendo y en qué contexto... Así, lo invito a leer mi texto nuevamente y decubrir el nuevo mundo.
Y por cierto, todos los veranos corro, aunque me gusta mucho más nadar.
Finalmente, es preferible estar mal siendo criterioso en la críticas, que estar... ¿bien?
Y que opinas de los músicos?? Que compran instrumentos, tocan y se perfeccionan sin pretender ser profesionales.
Primero que todo, gracias por pasarte a leer.
La primera pregunta sería qué es ser músico profesional: haber estudiado en una universidad interpretación musical aunque no toque ni la corneta, ser músico de estadio masivo, tener una banda de matrimonios, tocar folklore en un bar de mala muerte? Para mi un músico profesional es el que quiere perfeccionarse y ser bueno en lo que hace. Así que, si se perfecciona no puede no pretender ser profesional.
En segundo lugar, la base del relato (ojo, no es un ensayo, ni menos una invetigación) tiene que ver con la competición, no con la necesidad de superación personal, y la música, a menos que estés buscando algún premio, no tiene ese componente.
Saludos
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