Siempre me ha causado gracia eso de que los peces se ahoguen en tierra, digo, tratar de respirar oxígeno del aire, no del agua, y como no tienen extremidades útiles en tierra, se retuercen como todos nos retorceríamos bajo el agua. Era un buen negativo. También me llama la atención eso de que salten en la tierra, como si le pudieran dar dirección al movimiento y salvarse.
Los pingüinos me gustan por eso, porque aunque no son buenos moviéndose en la tierra por lo menos pueden darle dirección. También pueden volar bajo el agua, haciendo mejores piruetas que las de las aves de caza. Pero a ellos también se los comen… las Orcas.
Así, algunos podemos ser peces, nadar por donde nos plazca o por donde vaya un cardumen definido, dependiendo de la especie a la que pertenezcamos. Seguramente la mayoría de nosotros podemos ser gregarios y trataremos de protegernos con, nunca de proteger al cardumen –aunque la única protección de los cardúmenes es la masa, el colectivo en sí mismo-. Podemos guiar y dejarnos guiar al mismo tiempo por todos los individuos, casi como si cada uno de los peces que forman en conjunto un solo ser vivo compuesto de neuronas en movimiento: las mismas neuronas son el cuerpo. Todos siguiendo a todos en un acuerdo. Como un ballet, pero con casi nada de Ballet. Al poco o mucho andar, los atrapan en una red y ni siquiera pueden retorcerse porque han sido aplastados por el peso de las otras partes de su cuerpo, y a los que se quedaron encima se les acabo la fiesta retorciéndose y pudiéndose en conjunto.
Los pingüinos son un poco más inteligentes. Son aves y no vuelan, nadan casi tan bien como los peces, pero no pueden respirar bajo el mar: son casi todo. Son animales únicos en lo que respecta a su parecido con otros –no parecen pájaros realmente, me son más cercanos a un niño aprendiendo a caminar con un smoking apretado-. Los pingüinos en tierra viven en comunidad, pero pueden perderse, eventualmente, algunos solitarios. Sin embargo, tienden a vivir en comunidad, porque es su forma de sobrevivir como especie. Pero tienen depredadores con bocas relativamente pequeñas para el tamaño de muchos pingüinos, lo que provoca que la muerte de muchos sea innecesariamente dolorosa. Digo innecesariamente, porque si sus depredadores tuvieran bocas más grandes, podrían destrozarlos de una vez, o partirlos por la mitad; pero no como lo hacen, lanzándolos contra las rocas o con fuerza hacia el aire para que crezcan las heridas y se despedacen en vuelo.
A pesar de todo, no sé si me gustaría vivir en un acuario, sigo prefiriendo el mar.