viernes, 7 de enero de 2011

Discusión de dos personas normales o el valor de las alcantarillas

 Hace unos días estaba tomándome un café con leche en una terraza, tratando de ingeniarme una idea para sacar plata de alguna parte, cuando ví que una bolsa volaba a causa de algún remolino que la llevó directo a la alcantarilla y a percatarme la fuente del mal olor que estaba sintiendo hace un rato, entonces, ya decidido a pararme y, por lo menos cambiarme de mesa, ví a un hombre que se detuvo un par de metros lejos mío, de frente a un hoyo en el suelo que comunicaba directamente con la mierda y otro tipo de desperdicios, y que empezaba lentamente a lanzar monedas. Ahí, en tiempo y lugar, me pare en seco, estupefacto porque un idiota al que le sobraba un par de céntimos, lo tiraba por un hueco negro del que salía olor a mierda, luego por cinco céntimos. Por ahí se fue una moneda de € o quizás ví mal y llegó a ser una de dos, y cuando iba a preguntar algo así como que si no creía que hubiese algo mejor que venerar a la mierda que flotaba en el fondo del pozo o si pensaba hacer un estudio al respecto, se acercó un transeúnte que luego de un par de segundos mirándolo le grito:

¡IDIOTA!

Y el hombre se dio vuelta como si hubiesen pronunciado su nombre, ni más ni menos, y volvió a tirar las monedas con la misma paciencia que lo había hecho hasta ahora; entonces el otro se acercó y empezó a pegarle en las manos.

¡ACASO NO PIENSA QUE HAY NIÑOS CON HAMBRE O VAGOS A LOS QUE LES PUEDE DAR ESAS MONEDAS!

El hombre se puso de pie, y lo pude ver gracias a la iluminación del un cartel de colores lila, así que adivino que su camisa era de un tono claro, algo cercano al blanco, que estaba escondida bajo una chaqueta de cuero café, unos jean y un par de zapatillas, algo clásico pero que combinaban muy bien con el pantalón, del que literalmente colgaban dos bolsillos llenos de monedas –no podía ser nada más-, en los que guardó las que le quedaban en la mano. El transeúnte lo empujó y el hombre empezó a forcejear, hasta que, en medio de los tirones que el uno le daba al otro, se cayeron algunas monedas a lo largo de la calle y el hombre las pateaba hacia la alcantarilla, mientras murmuraba cosas como “acaso no es mi plata”, “acaso no puedo hacer con ella lo que se me dé la gana”, y le grita al transeúnte que ese es su hobby. Hay gente que gasta su plata en putas, le dice, en cruces, en demerol, en porno, en greenpeace y en las asociaciones cuidadanas que permiten la acción de conjunto y a ellos los mira, les desea lo mejor y/o lo peor, que se mueran o que vivan por siempre, pero a ninguno les dice que esa no es forma de gastar su plata, porque usted también gasta su plata de esa misma manera o… y hasta ahí recuerdo a grandes rasgos lo que hablaba el hombre, porque solo me centraba en la forma que empezaba a tomar la cara del transeúnte: los ojos se caían lento, y cuando estaban a la altura de la punta de la nariz ya no había nariz, sino algo que también caía desde la pera, como saliva colgando, y luego siento como los €s y los céntimos dan contra mi espalda y nuca.

No recuerdo casi nada de lo que pasó después, que no debe haber sido mucho, solo que estaba bajo la mesa en la que tomaba café, en cuatro patas, recogiendo un par de €s que estaban a la vista para pagar el café y mientras ambos corrían el uno tras el otro, yo entré a pagar mi café al bar , y en lo que demoró el cajero en contar el cambio y entregármelo, hice un par de comentarios de la pelea que hubo afuera, recibí el cambio y no he vuelto ni creo que vuelva a ese bar.

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