lunes, 15 de abril de 2013

El día que la liebre arrastró los pies

"Entonces la tortuga
se transformó en liebre
y arrastró los pies."
Parte de proverbio tallado a la entrada 
de La Ciudad de los Idiotas

Habían pasado años desde la primera carrera y hasta se habían hecho infinitas. La liebre se había entrenado en el arte de la paciencia y la tortuga seguía... siendo una tortuga. La tortuga no parecía envejecer, no se molestaba cuando perdía de vista al conejo, la tortuga no miraba al conejo, la tortuga simplemente caminaba desde la partida hasta la meta, solo deteniéndose a comer, tomar agua, alguna otra necesidad básica, y algunas veces, dormir.

La liebre no se contuvo y se obsesionó con la idea de la meditación zen en espacios abiertos mientras se compite "imaginariamente" contra una tortuga que camina desde la partida hasta la meta - Best Seller-.

Así pasaron los años hasta que la tortuga murió de un ataque cardiaco por la vejez y el sobreesfuerzo: en medio de su caminata, se puso a la berma del sendero, entre las hierbas, y expiró, pero el conejo no se dio cuenta de eso y simplemente siguió arrastrando los pies a paso de tortuga ¿Algún día moriría también de un paro cardiaco? Quién sabe, a lo mejor esta vez llega primero a la meta.

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