lunes, 27 de septiembre de 2010

Miguel Ángel y las inconclusas: Manos de Hombre
(Primera parte de la completitud)




A falta de prólogo o lo que importa viene después

Esta entrada la escribí hace años, con errores, con una serie de faltas que para mi hoy serían imperdonables, pero hay algo de añoranza en ella, hay un algo de aquella época que no es que se añore realmente, si lo hiciera estaría renegando prácticamente de todo lo que he hecho hasta el día de hoy, y no es que me arrepienta de cosas, de muchas, sino mas bien de cerrar ciclos y volver a eso, a lo que deje en ese momento y que me veo en la obligación de completar, para completar todo lo que haga falta, porque no se pueden dejar cabos sueltos, porque las barcas se pierden en el mar y por primera vez en mucho tiempo, creo, puedo confiar en que las barcas no se van a perder; y podré dormir toda la noche como es debido y no preocuparme de lo que puede ser o no, porque, así como la luna obliga al mar a subir o a bajar, mientras los cabos estén atados, la barca no se va a perder, y si lo hace, será guiada por las mareas, y estas a su vez por la luna. De la misma manera hay gente que influye en lo que he sido y seré.

Este post no es el primero de este blog, pero sin duda es el que le da sentido, un sentido de mosaico significativo, que conste de cada una de sus partes pero sea imposible de observar: un mosaico caleidoscópico si se quiere. Y tal vez, tenga que ver también con el sentido de cada una de las palabras, como pequeños mosaicos, que nunca se sostienen por sí mismas (nada hay que se sostenga a sí mismo), sino por aquello a lo que hacen referencia: los sonidos, las cosas, a un mundo que puede que exista o no (como Plutón), pero que también sostienen lo demás, y que al fin y al cabo está, y está bien.

El post que van a leer a continuación ha sido modificado mínimamente, en sus errores, en su estructura y apunta a algo que voy a finalizar la próxima semana, porque todos y cada uno de los que me leen, y sobre todo yo, se merecen que haga lo que trato de hacer de la mejor manera posible. Así, este blog se ha transformado en algo más que un espacio en el cyberespacio, pero a la vez en algo que no existe en ninguna parte... 


Las manos del Hombre

Cuando se habla de la Biblia se dice que los versos que en ella están escritos son de inspiración divina, dictados por boca de Dios a los hombres y mujeres que redactaron todas y cada una de las palabras que ahí aparecen. Pero ese soplo divino fue ejercido, ejecutado por manos de carne y hueso. No vamos a discutir aquí la legitimidad de lo que fue inspirado por Dios o si lo fue, sino hablar de algo más concreto: de hombres y de manos, de las cosas hechas.

Se dice del hombre que piensa, y que todo logro es fabricado con sus manos, diez dedos dispuestos a realizar cualquier cosa que comande la cabeza, por lo tanto, comandado por nuestro pensamiento. La división del trabajo tiene que ver con lo que hace el hombre: una parte primero se organiza, se piensa, se hace estrategia, para luego pasar a la acción, y sin embargo, no todo se comanda de esa manera, no todo es movido por la razón, sino también por otras razones menos explicables y entendibles, sensaciones del espíritu si se quiere, liberaciones del mismo. A estas liberaciones del espíritu se les puede llamar emociones. Pero no me interesa hablar de todas ellas, porque no todas ellas nos comandan sino hasta cuando se exaltan, y ahí está la pasión, eso es lo que me interesa.

El hombre se deja guiar por la pasión para matar a la mujer que ama, por ejemplo, y ahí esta el problema, no la mata porque la ame, la mata porque lo apasiona. Entonces, el hecho de matarla no necesitaría mayor explicación, como tampoco el descuartizarla, el arrancar cada uno de los pedazos de su cuerpo tratando de convertirla en un puzzle imposible de reconstruir, porque no existe razón para aquello. Como tampoco existe al momento de maquillar su cara, separada ya la cabeza de su cuerpo, esperando que toda banalidad desaparezca: su sexo, sus senos, sus brazos y piernas, para que quede sólo ella, la residencia de todo en la cabeza, incluso dejando de lado los músculos o las bombas que distribuyen los fluidos al rededor del cuerpo. La cabeza y su cara maquillada, como un acto de arte, en el que no se encuentra a nadie sufriendo. Luego, la sube a su auto en el asiento del copiloto, dejando que duerma todo lo que desee, no interrumpiendo su sueño. Deja que lo acompañe a ver la puesta de sol, después de toda una noche juntos, y se sienta tranquilo junto a ella, como si en realidad nada hubiese pasado.

No se necesita, creo, describir más: esto lo hizo un hombre, y necesitó de sus diez dedos para hacerlo, necesitó de la fuerza de su brazo, necesito ser guiado hasta el cansancio por su razón para realizar los cortes, el maquillaje, pero esa razón fue movida antes por sus deseos para cometer el acto mismo, por la pasión. Esa fuerza que movió sus músculos es la misma que mueve a Miguel Ángel a crispar las manos alrededor de la piedra, y sacar de ella toda la materia que nos nubla la vista de lo que hay detrás.


Las estatuas que lloran

La cabeza envía toda una serie de señales a lo largo del cuerpo, a cada momento, incluso estando inconcientes, actos involuntarios que permiten que vivamos. Los actos voluntarios, que nos ayudan a vivir también pueden ser movidos por actos involuntarios: matar un animal para comer; preparase para la conquista, construir una planta de purificación de agua. Pero el acto voluntario de enviar señales a todos nuestros músculos para que se pongan en tensión, porque se prepara para dar un golpe a una roca virgen, no nos ayuda a pervivir, teniendo como resultado una figura humana o divina. En este caso, los músculos del brazo alimentados constantemente para llegar a dar un golpe, con un martillo sostenido por cinco dedos y sus callos, labrados ellos mismos de tanto labrar, no sirve necesariamente para nada al acto de supervivencia individual o de la especie humana, es una perdida de tiempo, es un acto gratuito que nuestra especie – si es que podemos hablar en esos términos – es capaz de realizar.

Los primates tienen manos y patas que parecen manos, y son tan hábiles como para trabajar con ellos y ellas, y algunos hasta fabrican herramientas. Las hormigas no tienen manos, ni siquiera son tan hábiles con su cuerpo, pero el cuerpo y las manos de las hormigas son todas ellas, y pueden construir galerías tan complejas como el hombre pueda imaginar, pero son todas las galerías iguales, no responden a nada más que a un lugar de habitación. Los elefantes son capaces de hacer maravillas con el extremo de su trompa, son capaces de tomar suavemente los huesos de sus muertos y llevarlos a un lugar común, donde serán venerados por los años que les queden a los elefantes.

El hombre es capaz de construir edificios cuadrados como cuevas, que son útiles para vivir, que protegen de la lluvia, el viento y el frío. Esto lo fabrica con miles de dedos y sus herramientas, que a su vez han sido fabricadas con moldes y robots, que a su vez han sido fabricados con ingenio y con sus dedos, que a su vez están en fábricas que han sido echas con los dedos y con ingenio. Han construido cementerios. Han matado manadas de animales. No han hecho nada que no haya hecho un animal con sus habilidades y sin manos. Aléguenme que son más complejas, más sofisticadas, que el hombre ha evolucionado de una manera que permite a los hombres pensar en las estrellas y llegar hasta allá. Pero no ha hecho nada que no pudiese haber hecho, en el sentido que he mencionado, otro animal que necesita satisfacer sus necesidades de la forma más eficiente posible ¿Dónde está la voluntad del acto? Todo reducido a necesidad.

La cabeza y su cerebro le fue dado al hombre por la naturaleza, por Dios, por Yahvé, por Alá, o por algún experimento de alguna “raza” extraterrestre, que es similar en muchas formas al de los demás animales, e inclusive, hay especies que lo tienen más desarrollado que el nuestro en algunos aspectos, y sin embargo sería uno más entre ellos si no tuviéramos el soporte adecuado y la voluntad… adecuada.

Somos uno de los pocos que podemos suicidarnos, somos uno de los pocos que podemos dejar de comer, somos unos de los pocos que podemos evitar tener hijos y dejarnos llevar por el placer del acto sexual, somos unos de los pocos que podemos comer solamente para hacer cosas inútiles a nuestra propia existencia. Rompernos las manos y no para cultivar; herirnos para darle el tono adecuado al rojo de la sangre del ser que tratamos de representar, y que se está muriendo, y que nos da pena; retratar un campo de flores que sólo tiene colores que son eficientes sólo para ellas mismas, pero que queremos que quede impreso de forma indefinida en cada uno de los conos y bastones del iris, y detrás de ellos. Esto con dedos, y quizás no con todos.

En medio de esto está el hombre que he mencionado, que a los veintitrés años dibujó y esculpió “La Piedad” de la Basílica de San Pedro. A los veintinueve nos mostró como debía ser un hombre perfecto, David. Y usó toda la fuerza de su cuerpo para llegar a eso, para moldear cada una de las cosas que estaban bajo el mármol, pero, sobretodo, usó la fuerza de los dedos para moldear cada uno de los contornos, llegar hasta la tensión de los tendones en los pies, o las venas del brazo luego del esfuerzo. También hay fuerza en lo que es plano, hay fuerza en los colores que no parecen colores o coloreado, parecen parte te algo que está vivo, que se confunde entre lo dibujado y lo esculpido, o entre lo vivo o lo muerto. La Capilla Sextina se abalanza con todo el peso de esas personas sobre ti, con el peso de los ropajes desde el techo, y solo Dios es sostenido por los ángeles, para que no caiga sobre nosotros, porque adán no podrá sostenerse una vez que Dios aleje su dedo. Los que escalan las paredes de la capilla pesan y hacen fuerza con cada uno de sus músculos para escapar del fuego, de un Caronte que tensiona sus brazos en un remo, con la ira de quien va a matar a alguien que está muerto. Algunos son ayudados por los que están arriba, otros son abrazados por los mismos castigados para sumarle peso al propio peso.

La única manera que queda para escapar es dejando que la manos hagan la fuerza necesaria para que el pincel no pase de largo, para que el cincel no pase de largo. Es la redención que buscan los que tienen la desesperación pintada en la cara, los que tienen la tranquilidad están al lado del Hijo. Los que están bajo un látigo casi infernal son los que ayudan a Miguel. Ellos eran la extensión de lo que no necesitaba hacer.

(fine parte prima)

sábado, 18 de septiembre de 2010

Gainsbourg, el arte de la exageración:
J'fais des trous, des p'tits trous…



Las orejas de mosieur Gainsbourg eran enormes, enormes hasta para un orejón. Ellas parecen dos caracoles prehistóricos ajustados estéticamente a los lados de la cabeza, simétricamente puestos para un contrapeso justo, como el de los ascensores, para que los sonidos cupiesen con toda su energía en ellos y anidaran.

Las orejas de mosieur contienen no solo sonidos, contienen al mundo, un mundo que no fue revelado sino hasta cuando llegó a la composición, de la mano de la trompeta con patas de Vian, de Boris Vian.

Ni hablar de su cabeza, una cabeza Magrittiana, una cabeza verde azul, de col, con caracoles escondidos bajo sus hojas, dos grandes caracoles moribundos.

Y qué serían los caracoles y la cabeza de col sin un corazón gigante que se dejaba llevar por la belleza de la música y de la carne.

No es necesario pensar en la risa negra que completa el conjunto, una risa que se rie de la pena judía en el corazón de sheriff del niño Lucien, que Serge no había nacido aún, era la sombra de un monstruo imaginario por nacer, que vería la luz algunos años antes que Altazor, pero con el mismo gusto por la vida, tratando de vivirla a ver si es capaz de morir en el intento.

Les extraits du Reader Digest                (los extractos del Reader’s Digest
Et dans c'bouquin y a écrit                     y en este libro está escrito
Que des gars s'la coulent douce à         que los chicos disfruten en
Miami                                                       Miami
Pendant c'temps que je fais l'zouave     mientras trabajo como un tonto
Au fond d'la cave                                     al fondo de un sótano
Paraît qu'y a pas d'sot métier                 parece que no hay trabajo 
                                                                               [más estúpido
Moi j'fais des trous                                  yo, haciendo pequeños hoyos
dans des billets*                                      en los billetes)

Y es así.

La cabeza, los caracoles, el corazón, la risa negra y una nariz judía opacada por el resto, se nos presentan de frente con un collage de fondo: al lado del corazón la Bardot, Birkin y Charlotte, con fotografías antiguas pero en color, un poco amarillas y desteñidas por el tiempo, pero de pie. Sobre dentro de la cabeza de col Vian y los surrealistas, retratados en blanco y negro, más en un negro profundo, como una borrachera con sombra, algo que se desvanece totalmente.

J'en ai marre j'en ai ma claque             (Estoy cansado de eso,
                                                              [he tenido suficiente
De ce cloaque                                      de esta cloaca
Je voudrais jouer la fill'' de l'air             querría jugar a la chica del aire
Laisser ma casquette au vestiaire        dejar mi gorra en el guardarropa
Un jour viendra j'en suis sûr                  el día vendrá, estoy seguro
Où j'pourrais m'évader dans la nature  en el que me podré evadir 
                                                                         [en la naturaleza
J'partirai sur la grand'route                    me iré por la gran ruta
Et coûte que coûte                                y cueste lo que cueste
Et si pour moi il n'est plus temps          y si no hay más tiempo para mi
Je partirai les pieds devant                   partiré con los pies por delante)

J'fais des trous, des p'tits trous,         (yo hago los hoyos, pequeños hoyos,
encor des p'tits trous                          aún más pequeños hoyos
Des p'tits trous, des p'tits trous,         pequeños hoyos, pequeños hoyos
toujours des p'tits trous                      siempre pequeños hoyos)

Y a d'quoi d'venir dingue                    y eso es lo que me tiene chalado
De quoi prendre un flingue                 lo que me hace tomar un arma
S'faire un trou, un p'tit trou,                y hacer un hoyo, un pequeño hoyo,
un dernier p'tit trou                             un último pequeño hoyo
Un p'tit trou, un p'tit trou,                    un pequeño hoyo, un pequeño hoyo,
un dernier p'tit trou                             un último pequeño hoyo

Et on m'mettra dans un grand trou      y me meterán en un gran hoyo
Où j'n'entendrai plus parler d'trou      donde nunca más escucharé hablar
                                                                                           [de hoyos
plus jamais d'trou                              de hoyos, nunca mas de hoyos
De petits trous                                   Pequeños hoyos….

Toda la risa encapsulada en lágrimas.

La muerte sin duda no lo persiguió a él en particular, la muerte no persigue a nadie, nosotros perseguimos la muerte, siempre vamos un paso detrás de ella y él nunca la quiso alcanzar, simplemente quiso perderse un poco de todo, reírse de sí, reírse del amor perdido de Bardot, reírse de la alegría a medias con Birkin, llorar de risa con la estupidez de los periodistas y de la gente.

Je vis au cœur d'la planète                         (vivo en el corazón del planeta
J'ai dans la tête                                           tengo en mi cabeza
Un carnaval de confettis                             un carnaval de confeti
J'en amène jusque dans mon lit                 que traigo hasta mi cama
Et sous mon ciel de faïence                        y bajo mi cielo de loza
Je n'vois briller que les correspondances  Todo lo que veo brillar son las
                                                                  [luces de los enlaces del metro
Parfois je rêve je divague                          A veces yo sueño, divago
Je vois des vagues                                    veo vacío)

Hoy no conozco a nadie más clásico que él, heredero y portador de la chanson française, como si se tratara de un fuego prometéico, llevándola al rock, al disco, al reggae, como su Masellesa destronada, más clásica que todo lo anterior, de él, un francés por casualidad o por obligación de vivir.

Sin embargo, musieur nunca estuvo loco, nunca fue un exagerado, siempre tuvo los pies más en la tierra que los ángeles que él amaba.

En realidad todo era mentira, un cuento, una película de Joann Sfar

Gainsbourg nunca existió, era simplemente Lucién niño que soñaba con ser Gainsbourg, con ser la cabeza de col, con Melody Nelson y Gainsberre, con ser un muerto enfermo del corazón el año 1991




*La letra corresponde a extractos de esta canción


Bonus track:


Je t'aime... moi non plus




Je bois (Boris Vian)





C'est tout

sábado, 11 de septiembre de 2010

Envejecer cool electrónicamente: Losing My Edge - LCD Soundsystem.

"I hear everybody that you know 
is more relevant 
than everybody that I know"
LCD Soundsystem - Losing My edge


Losing My Edge: comentarios de Murphy sobre la canción, letra y traducción aproximada.

En general, nunca he sido un particular fan de la electrónica, me gustan ciertas bandas, ciertos dj's, ciertos temas, pero mi alma rock no me dejaba entrar a una fiesta rave o a un festival como lo era antaño Sonar, en Barcelona. Ambas constituían una experiencia insoportable, me era imposible entenderlo sin paraísos artificiales, hasta que me topé con LCD Soundsystem, y sobre todo, con su primer tema: Losing my edge.

El tema me dejó impresionado, no sólo por su carga de psicodélia, no sólo por su carga rock -a pesar de que es evidentemente un tema electrónico-, sino por el contenido de la letra en conjunto con el acompañamiento musical.

La canción es vieja, data del año 2002, cuando el autor tenía probablemente (aún no sé su edad con certeza y espero no saberla, como tampoco si es el único autor) 32 años, y fue lanzada como single.

En ella que quien habla ya se siente viejo, que el tiempo se le estaba pasando como se nos pasa a todos, pero no en un sentido como lo efímero de la vida o la muerte que se acerca, sino de algo que creo va mucho más allá. No es tampoco esa mentada “middlelife crisis”.

El tema, me parece, tiene que ver más con la sensación de añejo, de lo que se nos convierte en algo de otra época, pero reconocible. No me refiero a ese sentimiento existencialista del objeto para la vida, de la existencia de Dios, de mi apego a la vida; hablo más bien de un departamento empapelado, en el que podemos reconocer que el edificio pertenece a la década de los sesenta, y que el papel de las paredes pertenece a finales de los setenta, pero que no soportó el tiempo y el edificio se hizo anacrónico entre los demás, las habitaciones siguieron vacías por mucho tiempo y el sol quemó las paredes logrando que muchas de las puntas del empapelado cayera y se borronearan los colores transformándolos en un amarillo desteñido. Pero todo eso sigue en pie, rodeado de edificios nuevos, siendo útil pero sin uso a causa del mismo anacronismo. Tampoco será considerado una pieza de museo porque es igual que todos los demás edificios, sin una noción de identidad, un circo romano en ruinas, que no es el Coliseo, una torre inclinada que no es la de pisa, en suma, la última casa en pie de todas las casa de una villa, exactamente iguales, aunque esta haya sido la mejor villa de las villas de todas las épocas.

Así creo que la canción representa un alegato de quienes fuimos y quienes somos, como dinosaurios vivos inútiles, aunque hayamos sido los mejores de nuestra época, cosa que irremediablemente funciona como un edificio de pie, útil pero vacío.

La canción dice: estuve ahí el 68, el 74, el 88 en Ibiza; fui el primero, fui el mejor, pero ahora todos me están dejando atrás, fuera de onda.

Porque aunque todos seamos parte de la ola que viene, la hayamos creado, hayamos navegado en ella, inevitablemente reventará sin nosotros. Nuestra propia ola, la que reventó con nosotros, la hicimos reventar hace años, siglos nos puede llegar a parecer. Y, a pesar de todo, Murphy y compañía, con esa queja, a los supuestos 32 años –quizás 30- hizo reventar una ola y ahora navega en otra. La queja por lo tanto era cínica, o tal vez pensaba que hacía lo último y que su ola hace tiempo había reventado u otros la hicieron reventar.

Pero eso es lo de menos. Puede que todo lo que acá esté dicho esté mal.

Sea cómo sea “the kids are comming up from behind”.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Por qué todos odiamos a Banksy?
(Tercera parte y Final: The answer)

Entonces, por qué odiamos a Banksy?















Tal vez porque todos nosotros hemos escondido aquello que nos atrae de los niños de pintados en las paredes; de la naturaleza; de lo primitivo; y, por tanto, queremos esconder aquello que somos también, aquello que nos hace vulnerables: queremos alienarnos del dolor propio y proyectarlo en quienes todavía lo sufren para nuestro propio alivio -siempre habrá alguien en peores condiciones que yo... ¡qué alivio!-.

Todo en Banksy es nuestra propia realidad moral y ética que destruye lo que nos rodea y nos aleja de lo que podríamos llegar a ser. Relativiza absolutamente el progreso, la caridad, el sufrimiento, en definitiva, una serie de valores que consideramos correctos, pero que sin embargo nos han llevado a cosas como estas:





Así, también, todo en Banksy nos restriega en la cara nuestros sutiles olvidos, nuestro entrar absolutamente en un juego que nos va a matar, que va a matar a nuestros niños y que no queremos ver, porque es más fácil reír y pensar en el buen chiste que nos muestra, en una crítica lite a la sociedad, y no ver que todo eso que está ahí, que fue, es y será nosotros. Todas las paredes que están a nuestro alrededor somos nosotros
y él se gana la vida a costa de ellas, a costa de nuestra estupidez.

La esperanza que nos queda es tratar de entender lo que dicen las calles de las cuidades donde vivimos y hemos vivido, desnudar el concreto, mirar de frente a la gente que nos cruza y mirarse a sí mismo dentro de este micromundo que consideramos nuestro -me refiero a nuestra propia vida-, y ver si podemos vivir con el peso de nuestro propio reflejo.





Si fuéramos concientes de eso, todos odiaríamos a Banksy. Pero, a lo sumo nos causa envidia que critique al sistema y lo use para su propia supervivencia. A eso, NOSOTROS, lo llamamos contradicción. De todas maneras lo odiamos ¿o no?







http://www.banksy.co.uk/
(FIN...)