viernes, 1 de mayo de 2009

Wrong: Estaba totalmente equivocado.















La canción comienza como si no fuera a empezar nunca pero se desata en un par de segundos. No pasa nada. No entendemos mucho al principio, la imagen es un poco borrosa y el protagonista tampoco sabe mucho –nosotros despertamos primero que el hombre “in the front sit of the car”, pero no significa que sepamos donde estamos “parados”-. Me parece como una epifanía en cámara lenta. Es el video Wrong de Depeche Mode.
El primer choque nos despierta totalmente y nos damos cuenta de su situación: está maniatado con tape, amordazado de la misma manera, con una máscara, montado en un auto marcha atrás, en una pendiente y sin control.

Acto seguido, vemos todo lo que pasa en el exterior del auto, de manera alternada entre
la parte trasera y delantera. Luego aparecen los gritos y el crispamiento del cuerpo del hombre, que no son gritos ni crispamiento. Los gritos se desatan después de que la máquina arrolla una silueta que revienta el parabrisas trasero, rueda sobre la carrocería y rebota en el piso. El crispamiento viene después, ante la inutilidad de los gritos: se retuerce.
Este video hizo comerme mis propias palabras, empapadas con mucha bilis, vinagre –sin agua- y unas pizcas de regaliz para poder tragar: hace algunos días había pensado, a causa del último single y disco de U2, “Get on your Boots” y “No Line on the Horizon” respectivamente, que hay bandas desgastadas que deberían desaparecer quemadas y despedazadas en la atmósfera musical, dejándonos la belleza de su juventud y escondiendo en lo más profundo del estudio su sequedad. Pensé en los Rolling Stones, pensé en R.E.M., pensé en el cover de “Get on your boots” que hizo una banda estadounidense del circuito universitario –The Wrecking- y como superaban lejos los arreglos de una banda que se duerme en los laureles, pensé en los dinosaurios que siguen tocando en el circuito del recuerdo, una y otra y otra vez “In-a-gadda-da-vida”, hundiéndose en sus arrugas. También pensé en que se merecen que un vinilo se ralle para repetir hasta el cansancio sus melodías, pero sin nada nuevo, casi como proxenetas de su propia juventud.
Fue entonces que recordé a Ortega y Gasset y la muerte de la novela y cómo resucitó ella misma ante las narices del filósofo. Así ha resucitado Bowie una y otra vez, en cada uno de sus discos; Dylan volvió de los viajes por infiernos personales y religiosos; McCartney con su penúltimo disco y Depeche Mode que se ha superado a sí mismo.

Hay muertos que han muerto definitivamente, pero que recordamos con cariño y que visitamos en sus tumbas asiduamente. Hay zombies que en cualquier momento pueden resucitar. Hay vivos que debieron haber colgado los guantes antes de su primera pelea, pero nunca los conoceremos a menos que exista una vida después de la vida o exista la reencarnación. Nosotros no decidimos ninguna de esas cosas.
Recemos: yo no decidiré sobre mi época, yo no definiré mi época, pero lo más probable es que lo haga. Que de los arrepentidos sea el reino de los cielos.
Qué equivocado estaba.
Wrong.